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    • Buenos dias a todas y todos! comparto historia e imagen desarrollada con IA

      Título: “Semillas de Orgullo”

      En un pequeño pueblo al pie de la Sierra del Mezquital, doña Emilia cultivaba duraznos desde que tenía memoria. Su padre le enseñó a cuidar los árboles como si fueran parte de la familia, y cada fruto era una promesa de trabajo honesto, tierra fértil y manos que no se rinden. Durante años, vendía sus mermeladas en el mercado del centro, con etiquetas hechas a mano y el corazón lleno de esperanza.

      Pero los tiempos eran difíciles. Entre los altos costos, la competencia de productos foráneos y la falta de reconocimiento, doña Emilia pensó en dejarlo todo. Fue entonces cuando llegó una visita inesperada: una joven del gobierno estatal, quien le habló de algo llamado “Orgullo Durango”.

      —Es una marca que reconoce lo que vale lo nuestro —le dijo con una sonrisa—. Lo hecho aquí, por gente como usted.

      Poco tiempo después, las mermeladas de doña Emilia llevaban esa marca grabada en cada frasco: un símbolo que hablaba de identidad, esfuerzo y raíces. La etiqueta ya no solo decía “Mermelada de Durazno”, ahora decía “Orgullo Durango”. Y con eso, llegaron más pedidos, más ojos puestos en su trabajo y más respeto por lo que antes parecía invisible.

      Pronto, no fue la única. Un apicultor de Nombre de Dios, una tejedora en Mezquital, un joven cervecero en Durango capital… todos comenzaron a sentir que sus productos no eran solo mercancía, sino testimonio vivo de su tierra.Título: “Semillas de Orgullo”

      En un pequeño pueblo al pie de la Sierra del Mezquital, doña Emilia cultivaba duraznos desde que tenía memoria. Su padre le enseñó a cuidar los árboles como si fueran parte de la familia, y cada fruto era una promesa de trabajo honesto, tierra fértil y manos que no se rinden. Durante años, vendía sus mermeladas en el mercado del centro, con etiquetas hechas a mano y el corazón lleno de esperanza.

      Pero los tiempos eran difíciles. Entre los altos costos, la competencia de productos foráneos y la falta de reconocimiento, doña Emilia pensó en dejarlo todo. Fue entonces cuando llegó una visita inesperada: una joven del gobierno estatal, quien le habló de algo llamado “Orgullo Durango”.

      —Es una marca que reconoce lo que vale lo nuestro —le dijo con una sonrisa—. Lo hecho aquí, por gente como usted.

      Poco tiempo después, las mermeladas de doña Emilia llevaban esa marca grabada en cada frasco: un símbolo que hablaba de identidad, esfuerzo y raíces. La etiqueta ya no solo decía “Mermelada de Durazno”, ahora decía “Orgullo Durango”. Y con eso, llegaron más pedidos, más ojos puestos en su trabajo y más respeto por lo que antes parecía invisible.

      Pronto, no fue la única. Un apicultor de Nombre de Dios, una tejedora en Mezquital, un joven cervecero en Durango capital… todos comenzaron a sentir que sus productos no eran solo mercancía, sino testimonio vivo de su tierra.

      Perla Arredondo, Johan Salvador Jiménez Moreno y Jorge Alfredo Rodriguez Mora
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